Un blog de mitos, leyendas, costumbres y tradiciones de México

Archivo para marzo, 2023

El espíritu de la lechuguilla

Leyenda de la lechuguilla escuchada en Villa de Guadalupe, SLP

El ixtle era el porvenir de esta comunidad; aquí la gente vivía de tallar la lechuguilla y la palma –cuenta don Antonio Martínez, de Villa de Guadalupe–. La fibra tenía mucho valor en aquel tiempo; muchos compradores llegaban de todas partes porque era muy resistente para hacer costales. La gente de aquí hacía costales y mecates, pero también llegaban gentes de Ahualulco a comprar la fibra porque allá la beneficiaban; la llevaban en recuas de burros hasta Ahulaulco, a las haciendas de beneficio de Ahualulco. También venían para acá muchos mineros de Zacatecas para comprar las cuerdas muy macizas de la fibra de lechuguilla; ellos dejaban buen dinero a los comerciantes de aquí.

Ahora dicen que ya se acabó la lechuguilla; eso no es cierto: la lechuguilla no se acabó, todavía hay mucha. El petróleo fue el que la tumbó. Cuando al presidente Alemán se le ocurrió explotar el petróleo, muchos ingenieros idearon la manera de hacer mecates con fibra de petróleo y desde entonces se fueron acabando los talladores. Este pueblo se vino abajo. El licenciado Alemán trajo mucho progreso al país pero a nosotros nos amoló igual que amoló a muchas otras comunidades.

La lechuguilla no se ha acabado porque todavía hay mucha; todos los cerros que usted ve cerquita de aquí son puros lechuguillales enormes. Todavía se explota un poquito la fibra; aquí en la Villa habrá tres o cuatro talladores y ellos ahí venden mecatitos y también fibras para lavar los trastes. Casi no sacan mucho dinero, pero de eso viven y la mayoría son puros viejitos que toda su vida fueron talladores.

Esto que le digo de Miguel Alemán fue cierto, pero lo que mucha gente no sabe es que también la lechuguilla tiene un espíritu, el espíritu de la lechuguilla, ¿verdad? Este espíritu siempre fue muy beneficioso para nosotros, era como nuestro benefactor; entonces la gente lo trataba bien y él trataba bien a la gente, por eso en aquellos años había mucha prosperidad aquí en la Villa. Pero cuando el presidente Alemán descubrió el petróleo y lo explotó con sus ingenieros, ellos idearon la manera de desaparecer la lechuguilla, como ya le dije. Vinieron una vez unos ingenieros con tambos de petróleo y lo regaron en los cerros y le prendieron fuego. De esa manera ellos violaron al espíritu de la lechuguilla para matarlo porque el dios de ellos era y sigue siendo el petróleo; el dios del petróleo es también el dios del dinero, ¿verdad? Y desde entonces ya no hay talladores, ahora la gente prefiere comprar cuerdas de petróleo que no sirven para nada porque no amarran bien y también se amuelan con el sol.

Pero yo le voy a decir una cosa, y esto va a ser cierto aunque a mí ya no me va tocar vivirlo: la lechuguilla sigue viva en los lechuguillales y el espíritu está muy fuerte y algún día, cuando se acabe el petróleo, la gente va a volver a trabajar la lechuguilla y entonces, yo espero, esta villa va a entrar en prosperidad de nuevo.

«El espíritu de la lechuguilla» es una leyenda recopilada por Homero Adame y publicada por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí en la plaquette Leyendas del Festival del Desierto, en la colección “Cantera la Voz”, como parte del Programa de Fomento a la Lectura durante la Feria del Libro de Matehuala, 2005.

Las fotografías fueron tomadas por Homero Adame en el Altiplano potosino.

Una leyenda de las gatitas cálico o carey

Cuenta una leyenda que hace mucho, mucho tiempo el Sol, tras observar la actividad en la Tierra, decidió venir a pasar una temporada y participar en lo quehaceres de los seres vivos en nuestro planeta. Como no podía dejar vacante su puesto en el firmamento, le pidió a la Luna que tomara su lugar y así cubriera su ausencia para que, de tal modo, los humanos no se dieran cuenta de que no estaba en su lugar. La Luna aceptó con mucho gusto y se ubicó en la trayectoria del Sol, pero su ritmo era más lento y no irradiaba tanta luz ni calor. Entretanto, cuando llegó a la Tierra, el Sol decidió tomar la forma de una gata negra para pasar inadvertido y así poder moverse en el mundo y convivir con los seres vivos.

Con el paso de los días, mientras el Sol disfrutaba de todo lo que veía y hacía desde la óptica y movimientos de aquella gata negra, la Luna perdió el interés de seguir ocupando el puesto del Sol y mejor regresó a lo suyo para seguir iluminando las noches y dejarse ver de vez en cuando durante el día. (Leyenda tomada de un blog de Homero Adame)

Al percatarse de que la Luna ya no estaba en su lugar, el Sol tuvo que regresar de inmediato al Cielo y lo hizo saliéndose rapidísimo del cuerpo de la gata negra. Fue tan rápida su salida que cientos de rayos luminosos, de tonalidades doradas, quedaron impresos en la piel y en el pelaje de la gata negra.

Desde entonces, las descendientes de aquella gata negra nacen con el sello del Sol, es decir, nacen con los destellos dorados que el Sol dejó en el pelo y la piel de la gata negra, pero no sólo eso, sino que también nacen con parte del temperamento y sabiduría que el Sol había dejado en ella y eso se transmite de generación en generación, como también se transmite el carácter tímido, reservado y hasta huraño típico de las gatas carey o cálico que, además, no hay iguales o idénticas, pues su pelaje es diferente de cualquier otra, tan diferente como fueron los cientos de rayos que el Sol dejó en la gata original.

Algo que poca gente sabe, pero sí lo saben quienes tienen una gata de estas características, es que por su legendario origen solar se les atribuyen propiedades mágicas y curativas, ya que atraen las energías positivas y la buena suerte.

Si quieres saber más sobre las gatas carey o cálico, visita este sitio: https://www.feelcats.com/gato-carey/

Fotografías de Homero Adame: Kétzleh (2022) y Kárviah (2019).