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Judíos ashkenazitas en San Luis Potosí: Las familias


Cómo me involucré en el proyecto de los judíos ashkenazitas de San Luis Potosí

 

Por Miriam Medrez*

 

Hace poco más de dos años, una persona me envió un mensaje por las redes sociales preguntándome si por mi apellido yo tenía alguna relación con los judíos de San Luis Potosí. Dijo que se llamaba Homero Adame, que era escritor y que tenía la intención de escribir un libro sobre una comunidad judía ashkenazí en esa ciudad. Eso me llamó muchísimo la atención porque mi padre había nacido en San Luis Potosí y durante toda mi vida había escuchado historias de San Luis Potosí, de mis abuelos que llegaron de Polonia, de mi padre que nació en esa ciudad y de los primeros años de su vida allá.

Para mí fue de sumo interés contestar las preguntas que me iba haciendo este escritor – historiador y, repito, me llamó muchísimo la atención que él estuviera interesado en una historia que sucedió hace tantos años, que de repente alguien que no fuera judío quisiera saber del pasado de una comunidad que desapareció a raíz de una circunstancia trágica. Y bueno, fiel a mi herencia dije: “Va”.

De aquellos intercambios de mensajes pasamos a tener una conversación telefónica, la cual, según me contó el mismo Homero Adame posteriormente, fue la que inició con el proyecto de este libro ya con las voces judías. A medida que fue avanzando su proyecto, yo fui involucrándome en la parte que podía ayudarle, tanto por mi forma de ser como también por dejar un legado histórico para lo que fue la comunidad judía en San Luis Potosí, aunque la verdad en aquel momento yo no lo pensé como legado sino, más bien, era de que alguien quería saber de esta historia de gente como mis abuelos que llegaron de un pueblo en Polonia llamado Bialystok, de gente como mi papá que nació en San Luis, de los familiares de ellos y yo, con toda la confianza del mundo, empecé a responder a las preguntas que Homero me hacía. Y también le di toda la genealogía de lo que yo conocía, o sea, de los parientes inmediatos para mí. Obviamente hubo otras familias en San Luis que yo no conocía ni sabía quiénes eran; yo sabía de los primos de mi papá y punto. Pero ya luego, a través de los nombres y apellidos que Homero me mencionaba, yo por otro lado preguntaba entre amigos y así fui haciendo más contactos y le pasaba a Homero teléfonos, correos electrónicos y poco a poco él fue armando una red de judíos con nexos potosinos y haciendo todas las entrevistas. Con orgullo puedo decir que la primera entrevista presencial fue con mi padre y que estuve presente en esa reunión, la cual resultó muy amena e informativa para todos. Y sé que luego las siguientes fueron con familiares y primos de mi papá –algunos aún vivían en ese momento, y digo esto porque durante el proceso de este libro fallecieron dos de la familia cercana y otros más– y también sé que Homero hizo más entrevistas con muchas personas de quienes yo no sabía nada e incluso, por irónico que parezca, habló con padres de compañeros míos que tuve en el colegio. O sea que nunca supe que esos compañeros también tenían un vínculo con San Luis Potosí.

Con respecto a la circunstancia trágica, que fue un homicidio, sé que a raíz de eso se fue de San Luis la familia inmediata y parte de esa familia inmediata era precisamente la familia de mi padre porque mi abuela era hermana del hombre que mataron. Por esa causa, mis abuelos decidieron irse de San Luis y también se fueron los Blanck y algunas personas más, parientes muy cercanos, pero otras familias se quedaron más tiempo. Yo nunca pregunté qué pasó con la comunidad potosina, en aquel tiempo nunca tuve la curiosidad, simplemente sabía que se habían ido a México o a otras partes.

En el caso de los Medrez Blanckstein, o sea mi papá y sus hermanos y mis abuelos, ellos de San Luis se fueron a México, después a Corpus Christi, luego a Los Ángeles y regresaron a la Ciudad de México. Mi papá años más tarde se casó y que yo sepa nunca regresó a San Luis salvo en una sola ocasión, muchísimos años después ya de adulto, pues quería ir a buscar sus raíces y poner en orden algunos sentimientos personales, por así decirlo. En cuanto a mí como descendiente de un potosino, yo he estado en San Luis dos veces, pero por motivos de mi trabajo como artista porque fui a montar exposiciones. Estuve en San Luis, una ciudad muy bonita por cierto, pero no fui buscando los orígenes de mi padre, las raíces familiares o los vínculos judíos, nada de eso se me ocurrió en aquel tiempo hasta que apareció Homero Adame haciendo tantas preguntas y, bueno, me contó de esto y me dijo de lo otro, de lo que iba descubriendo conforme hablaba con más gente y yo, con mi afán de apoyarlo para que él tuviera mejor la historia de mi familia, entonces fue cuando empecé a interesarme verdaderamente por esa micro historia de San Luis Potosí. Muy interesante para mí resultó, por ejemplo, ver las tarjetas de identidad de los judíos migrantes cuando entraron al país, saber de los nombres de aquella gente, cómo estaban relacionados entre sí, quiénes eran los polacos, quiénes los lituanos y cómo algunos estaban interrelacionados por matrimonios desde la época europea. La verdad fue algo muy estimulante para mí aprender de eso como también enterarme de las cosas que existen en los archivos históricos de San Luis Potosí en torno a los migrantes judíos que allá radicaron, documentos que Emilio Borjas y Jesús Garza, los colegas que Homero coordinó para este proyecto, han encontrado en sus investigaciones para enriquecer este trabajo tan valioso y ni qué decir de las fotos que han encontrado de mis abuelos, entre muchas otras, fotos que yo nunca había visto.

Ahora que el libro está publicado, me da muchísima felicidad, primero porque deja un testimonio de una comunidad que existió y segundo porque hay que tomar en cuenta que muchos de los integrantes de la generación de mi papá, los que nacieron en San Luis o que llegaron muy chiquitos de Europa, en poco tiempo o en unos cuantos años ya no van a estar y realmente ellos son el testimonio de esa comunidad potosina porque nosotros como hijos y nietos pues sabemos las historias contadas por nuestras familias y aquí lo valioso del trabajo de campo realizado por Homero Adame fue haber reunido a todas esas voces y ponerlas por escrito de cómo llegaron aquellos primeros judíos a México, por qué muchos de ellos se fueron directamente a San Luis Potosí y cómo se conformó una pequeña comunidad que funcionó por cerca de 25 años, según dice Homero aunque él insiste en que no fue una comunidad propiamente dicha y anticipa que explicarán eso a detalle en un próximo libro y claro que sé por qué lo dice con justa razón.

Y bueno, sabemos que los judíos somos un grupo que contamos nuestras historias y las legamos a las generaciones futuras. Históricamente, el pueblo judío ha sido muy dado a registrar sus eventos y siempre ha sido un grupo muy oral, por eso este libro en particular, como es de historia oral tal como lo concibió y armó Homero Adame con el valioso apoyo de sus colegas, es muy lindo porque es la historia oral de algo así como más de treinta familias ashkenazitas, con más de cien entrevistas que él hizo. Y lo lindo de este proyecto es lo que la gente cuenta y cuenta de lo que se acuerda y estas personas judías en su mayoría son ya de edad muy madura, y por lo que sé a todos les dio mucho entusiasmo contarle a Homero sus historias como también nos dio entusiasmo a los de la siguiente generación, a los de mi generación, que alguien se diera a la tarea de recopilar esas historias de nuestros abuelos y nuestros padres.

En mi opinión, este libro viene muy bien y muy a tiempo para pensar y repensar en los migrantes porque éste es un tema muy actual, es un tema que nos toca a todo mundo y remontándonos a los judíos que llegaron a América, a México, a San Luis Potosí, ellos también eran migrantes y nos preguntamos cómo se sintieron al llegar a tierras ajenas, extranjeras y cómo se fueron adaptando o no adaptando a la vida aquí, y cómo fueron o no fueron aceptados, por qué sucedió aquel incidente del asesinato y su desenlace casi surrealista para la justicia mexicana y muchas cosas más. Esto nos lleva a pensar en nuestro México y cómo ha tratado a sus migrantes históricamente y, hoy por hoy, en pleno siglo XXI, seguimos recibiendo migrantes y esto nos enseña cómo deberíamos comportarnos con ellos, y siento que este libro un poco nos viene a tocar estas fibras.

 

*Miriam Medrez nació en la ciudad de México, donde hizo toda su escolaridad. Es una muy reconocida escultora en tela y otros materiales y desde hace varios años radica en Monterrey con su familia.