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El espíritu de la lechuguilla

Leyenda de la lechuguilla escuchada en Villa de Guadalupe, SLP

El ixtle era el porvenir de esta comunidad; aquí la gente vivía de tallar la lechuguilla y la palma –cuenta don Antonio Martínez, de Villa de Guadalupe–. La fibra tenía mucho valor en aquel tiempo; muchos compradores llegaban de todas partes porque era muy resistente para hacer costales. La gente de aquí hacía costales y mecates, pero también llegaban gentes de Ahualulco a comprar la fibra porque allá la beneficiaban; la llevaban en recuas de burros hasta Ahulaulco, a las haciendas de beneficio de Ahualulco. También venían para acá muchos mineros de Zacatecas para comprar las cuerdas muy macizas de la fibra de lechuguilla; ellos dejaban buen dinero a los comerciantes de aquí.

Ahora dicen que ya se acabó la lechuguilla; eso no es cierto: la lechuguilla no se acabó, todavía hay mucha. El petróleo fue el que la tumbó. Cuando al presidente Alemán se le ocurrió explotar el petróleo, muchos ingenieros idearon la manera de hacer mecates con fibra de petróleo y desde entonces se fueron acabando los talladores. Este pueblo se vino abajo. El licenciado Alemán trajo mucho progreso al país pero a nosotros nos amoló igual que amoló a muchas otras comunidades.

La lechuguilla no se ha acabado porque todavía hay mucha; todos los cerros que usted ve cerquita de aquí son puros lechuguillales enormes. Todavía se explota un poquito la fibra; aquí en la Villa habrá tres o cuatro talladores y ellos ahí venden mecatitos y también fibras para lavar los trastes. Casi no sacan mucho dinero, pero de eso viven y la mayoría son puros viejitos que toda su vida fueron talladores.

Esto que le digo de Miguel Alemán fue cierto, pero lo que mucha gente no sabe es que también la lechuguilla tiene un espíritu, el espíritu de la lechuguilla, ¿verdad? Este espíritu siempre fue muy beneficioso para nosotros, era como nuestro benefactor; entonces la gente lo trataba bien y él trataba bien a la gente, por eso en aquellos años había mucha prosperidad aquí en la Villa. Pero cuando el presidente Alemán descubrió el petróleo y lo explotó con sus ingenieros, ellos idearon la manera de desaparecer la lechuguilla, como ya le dije. Vinieron una vez unos ingenieros con tambos de petróleo y lo regaron en los cerros y le prendieron fuego. De esa manera ellos violaron al espíritu de la lechuguilla para matarlo porque el dios de ellos era y sigue siendo el petróleo; el dios del petróleo es también el dios del dinero, ¿verdad? Y desde entonces ya no hay talladores, ahora la gente prefiere comprar cuerdas de petróleo que no sirven para nada porque no amarran bien y también se amuelan con el sol.

Pero yo le voy a decir una cosa, y esto va a ser cierto aunque a mí ya no me va tocar vivirlo: la lechuguilla sigue viva en los lechuguillales y el espíritu está muy fuerte y algún día, cuando se acabe el petróleo, la gente va a volver a trabajar la lechuguilla y entonces, yo espero, esta villa va a entrar en prosperidad de nuevo.

«El espíritu de la lechuguilla» es una leyenda recopilada por Homero Adame y publicada por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de San Luis Potosí en la plaquette Leyendas del Festival del Desierto, en la colección “Cantera la Voz”, como parte del Programa de Fomento a la Lectura durante la Feria del Libro de Matehuala, 2005.

Las fotografías fueron tomadas por Homero Adame en el Altiplano potosino.

Mitos y leyendas de árboles: «El espíritu de la anacahuita»

LEYENDA DEL ESPÍRITU DE LA ANACAHUITA

Leyenda escuchada en Mina, N.L.

Pues mire que cuentan que hay espíritus muy milagrosos, así como también hay otros chocarreros que nomás andan haciendo maldades, ¿vedá? Pero, mire, yo sé bien de un espíritu protector porque me ha tocado vivirlo. Es l’ánima de l’anacahuita. Usté la conoce bien, ¿vedá? Ese arbolito que crece por todas partes.

Pos resulta Foto de Homero Adameque hace ya munchos años venía yo a caballo y estaba lloviendo bien fuerte, con rayos y truenos. Creo que el caballo se espantó con un trueno porque nomás pegó un relincho y que me tumba. ¡Bolas, que doy el costalazo! Me levanté para perseguir al caballo, pero el muy méndigo se fue a todo galope; mire que me dejó abandonado. Y pos ni modo, a caminar se ha dicho, y entre puro lodazal. (Leyenda de Homero Adame.)

Pero mire, como a los veinte pasos, me di cuenta que me dolía la pata. Me arremangué el pantalón y traiba una bolota aquí mero en el tobillo, estaba sangre y sangre. Y llueve y llueve también. Me senté en una piedra y me tantié bien la pata. ¿Creerá que la traiba quebrada? El dolor era poco, pero ah cómo me asusté de verla suelta, suelta.

¿Qué hacer? No podía andar, estaba el aguacerazo muy bravo, ya era de tarde y hasta hacía friíto. No’mbe, pensé: «Ora sí te fregates, si t’encuentran mañana o pasado, va ser todo tieso». Pero uno tiene ánimo de vivir y pos ai como pude caminé echando brinquitos hasta refugiarme debajo de un’anacahuita. Me recosté sobre el tronco y no me va creer, pero ya ni me mojé siquiera.

Yo sabía que l’anacahuita tiene un ánima buena que ayuda al desprotegido. Es que eso cuentan por aquí, ¿vedá?, pero en ese momento no pensé en eso. Yo nomás quería que pasara la tormenta y a ver quién pasaba pa’ que me diera auxilio.

Mire, pa’ no hacerle tan largo el cuento, me quedé bien dormido de a tiro, y me desperté nomás rayando el sol. Traiba un hambre de la fegada, pero como no tenía qué comer, pos me comí unas bolitas de anacahuita, que saben feas, pero ese día hasta me supieron hasta dulces las condenadas. Oiga, pos verá que el pie ya lo traiba bueno; sin hinchazón, ni bola, ni sange, ni nada. Ni siquiera me dolía. El pantalón estaba todo sangrado, eso sí. Y bueno, me fui caminando hasta que llegué al rancho; me fui bien campante, no me dolió la pata para nada, como si nada me hubiera pasado. Cosas raras, ¿no? En llegando al rancho le platiqué a mis gentes lo que pasó. Mi abuelo todavía estaba vivo, y él me confirmó que la anacahuita es muy buena con la gente. Él dijo esa vez, y muchas veces más contaba cosas d’esas, que l’anacahuita tiene un ánima que ayuda a la gente y mire que a mí me ayudó esa vez de la tormenta. Por eso yo sí creo en esas cosas. Leyenda de Homero Adame tomada de su blog: https://adameleyendas.wordpress.com/2010/10/15/mitos-y-leyendas-de-arboles-el-espiritu-de-la-anacahuita/

Nota: esta historia la escuché en el municipio de Mina, N. L., pero por su contenido no podemos decir que se trate de una leyenda exclusiva de esos lugares, ya que la anacahuita es un arbusto muy común en el Noreste de México.

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A continuación agrego una ficha técnica de esta planta, tal como apareció en el libro Norteñismos norestenses – diccionario sobre el habla y otros referentes del Noreste de México:

Anacahuita. f. Bot. (Cordia boissieri) Foto de Homero AdameArbusto de la familia de las Borragináceas que llega a medir hasta cinco metros de altura. Su tallo es leñoso, de corteza gruesa y gris; hojas ovales, ásperas y verdes por el anverso, tomentosas y grisáceas por el reverso; las flores son de color blanco; la frutilla es muy jugosa. ║ Folc. En medicina tradicional se usa el tronco, las flores y el fruto contra problemas respiratorios. ~ Nota: la flor de este arbusto es la representativa del estado de Nuevo León. Sin.: anacagüita, anacahuite, anacagua, anacahua, nacahuita, nacagüita, nacagüite, nacagua, vara blanca.

Puedes encontrar más leyendas indígenas en este enlace:

Para entender mejor sobre la diferencia entre los mitos y las leyendas, sigan este enlace:

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