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«14 voces por un real» – Obra de Homero Adame

La construcción social de la “real”(idad):

Un pueblo visto por la polifonía de catorce voces

Dra. Pat Grounds

Cada cabeza es un mundo, y es la voz la que lo expresa. Adame encuentra la manera de entrar en 14 mundos distintos que se viven de forma paralela en un mismo contexto físico.

En muchas ocasiones, los premios literarios estatales no trascienden sus fronteras cuando se publican y por ello es difícil que un buen libro reciba la difusión que merece. Me temo que este pudiera ser el caso de 14 voces por un real, obra ganadora del Premio 20 de Noviembre, “Manuel José Othón” de narrativa, 2004, convocado por la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí. Dicho libro demoró no menos de tres años en salir de la imprenta, pero ya está en las librerías y esto es para celebrarse porque se trata de una obra única por la polifonía del estilo narrativo. Está compuesta por las voces de 14 personajes diferentes que nada tienen que ver entre sí, pero comparten con el lector sus experiencias, sentimientos o puntos de vista idiosincrásicos sobre Real de Catorce que, en todo caso, constituye el “personaje” o tema central del libro.

Lo que hace de 14 voces por un real una obra única es la manera en la cual cada capítulo está expresado por un personaje, o sea una voz distinta, y al leerlos llegamos a ver a Real de Catorce a través de las visiones socio-culturales de cada uno de ellos. De la misma manera, llegamos a sentir y a conocer con lujo de detalle a los 14 personajes por medio del estilo del discurso narrativo que los caracteriza. En ocasiones, más que leer en realidad “escuchamos” el acento, el tono de voz del personaje respectivo, y entramos en su pequeño mundo gracias a la autenticidad del lenguaje mediante el cual lo llegamos a “conocer”. Con esta técnica, el libro adquiere una polifonía poco usual y muy bien lograda en la mayoría de los casos. Para ello, es de suponerse que su autor, Homero Adame, invirtió mucho tiempo recorriendo las callejuelas de Real de Catorce, observando los vaivenes del pueblo en sí, hablando con la gente, escuchándola no solo con sus oídos de investigador sino también con su corazón de amante de esos territorios, aprendiendo como antropólogo/sociólogo y también como hermano un sinfín de detalles sobre la vida real de Real.

Homero Adame, reciente ganador del Premio Mito, cuento y leyenda “Andrés Henestrosa” 2007 por su libro Mitos y leyendas de huachichiles, explorador, viajero incansable y colaborador de la revista México Desconocido, demuestra en este libro que sabe observar y escuchar a la gente y recrear sus formas de expresarse a través de la ficción, siendo 14 voces por un real su primera obra publicada en este género. Como investigador de la tradición oral que es, Adame ha publicado varios libros de leyendas, de tradiciones y costumbres de San Luis Potosí, donde actualmente radica; del estado de Nuevo León, la tierra donde creció, y también del Noreste de México, donde realiza gran cantidad de sus investigaciones.

La voz de una fotógrafa, escrita a manera de diario, es la que abre 14 voces por un real. A través de su “lente” o de sus ojos de fotógrafo, ella nos ofrece una perspectiva sumamente detallada sobre las características de la arquitectura y de las rutinas de quienes habitan este mítico pueblo del Altiplano potosino. Inmediatamente después, “escuchamos” al peregrino, quien nos cuenta, con su propio estilo vernáculo rural, sobre las fiestas del 4 de octubre, dedicadas a San Francisco, a las cuales asiste año con año. Nos enternece con su descripción de algunos eventos de su vida personal, que hace que participe, sin falta, en la multitudinaria peregrinación anual. Enseguida es el turno del comerciante, cuyo relato nos hace ver cómo se puede vivir o se sobrevivir en este pueblo. Después viene un relato relativamente prosaico, contado por la hipiteka. Nos impacta su manera de hablar, que consta de una especie de stream of consiousness, utilizando verborrea y lenguaje común entre gente con imaginación prendida pero sin capacitación intelectual para concretizar sus pensamientos o seguir un tren de pensamiento lógico. ¿Está bajo la influencia de algún estimulante narcótico? Habrá que leerlo para juzgar y, a través de su estilo idiosincrásico de expresarse, nos permite entrever una visión de la vida comercial de pequeña escala, desde otra perspectiva y para otro tipo de clientela que la del comerciante.

Y así los siguientes relatos nos brindan aspectos diferentes de un mismo lugar, como por ejemplo el de los huicholes, quienes en realidad no visitan el pueblo en sí, pero sí los territorios de ese árido municipio durante sus misteriosas peregrinaciones a Wirikúta, su tierra sagrada. Cabe mencionar que esta narración rompe totalmente con el típico esquema de estudio sociológico o antropológico para con los indígenas, ya que el autor la ha logrado con una visión de ellos a través de técnicas literarias, utilizando diálogos y vocablos huicholes, demostrando una vez más la profundidad de la investigación que llevó a cabo. No falta la visión hasta de unos extranjeros, una pareja de gringos lindos y sencillos, quienes por medio de su español entrecortado, exponen su asombro y su encanto por este lugar que bien podría ser un centro turístico, según ellos, con un poco de inversión y visión de los inversionistas y pobladores. Sin embargo, e impactante como punto de vista contrastante, la corredora mexicana de bienes raíces después afirma, a raíz de sus propias experiencias profesionales y personales, que Real de Catorce no es de ninguna manera un buen lugar para invertir, sino todo lo contrario.

A través de su estilo de narrar muy coloquial, también disfrutamos las aventuras y desventuras de unos buscatesoros. Asimismo, una lugareña, ya anciana, cuenta cómo ha transcurrido su vida en ese poblado y explica cómo ella misma sigue enterándose de todo lo que sucede en el devenir cotidiano. Después, con otro tono y con lenguaje del siglo XVII o del XVIII, leemos la contribución insólita de un ánima en pena. Provocando lástima en el lector, dicha ánima pinta con su voz anticuada y anacrónica cómo fue la vida en el Real durante sus años de bonanza y grandeza. Más adelante, el sacerdote nos ofrece una visión muy sui generis de la vida religiosa en el pueblo y, verdaderamente, las imágenes de sus rutinas son de letargo y aburrimiento. Cabe mencionar que éste es, desde mi punto de vista, el relato más débil de todos, por su falta de sustancia y bajo nivel de detalle. Podemos imaginar que el autor no conoce bien el medio de los clérigos de los pueblos pequeños mexicanos, o bien, no recolectó suficientes datos para redondear completamente al personaje. A falta de información, quizás en vez del sacerdote aquí hubiera sido más interesante leer el relato de un narrador de leyendas, por ejemplo, área muy conocida y vivida por el mismo Homero Adame.

El capítulo dedicado al político es muy vivaz y al leerlo podemos imaginarnos claramente a los tres amigos hablando sobre un tema que es voz de todos aunque no todos lo conozcan a fondo. Así podemos llegar a entender mejor que las “grillas” y los favores políticos en los pueblos son muy distintos a los que se conocen en las ciudades. Los comentarios de los amigos evocan aquella reciente y exitosa película La ley de Herodes, representación del séptimo arte del mismo tipo de ambiente.

Antes de concluir, la historiadora nos ofrece una relación exhaustiva de la historia de Real de Catorce (a ella no le gusta ese lugar por varias razones que también explica concienzudamente). Y para cerrar los relatos con broche de oro, escuchamos por fin la voz del escritor, expresado en un estilo más intelectual y analítico, quien primero nos da su punto de vista sobre lo que para él significa Real de Catorce en la actualidad para finalmente hacer un resumen que bien podría haber servido como prólogo del libro.

Por último, 14 voces por un real nos entrega “Un real”, breve capítulo estadístico sobre la geografía, demografía, clima, flora, fauna, etc., de esta región en el Altiplano que en años recientes ha adquirido una mística muy propia entre ciertos segmentos de la población mexicana. Este capítulo o sección contrasta e impacta al lector, pues nos lleva a preguntar si las percepciones de los personajes no nos dan una visión mucho más clara de lo que es Real que estos datos duros. Si la realidad es de hecho una construcción social, como explican, por ejemplo, Berger y Luckmann (1966), la respuesta es obvia.

14 voces por un real, según lo ha expresado Homero Adame en algunas entrevistas de radio y en las presentaciones de este libro, es un juego de palabras: “Si tú me das un real, yo te doy 14 voces”. Pero como el real dejó de ser moneda de circulación a partir de 1854, es difícil conseguir uno para comprar una copia de este libro. Sin embargo, ese “real” se convirtió en el último capítulo que, sin ser una voz per se, da un cierre magistral y muy profesional a la obra.

Libro de Homero Adame

14 voces por un real

Homero Adame

Premio «20 de Noviembre» en narrativa 2004

Verdehalago y Secretaría de Cultura. 2007

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Para leer extractos de las catorce voces sigan este enlace:

Las catorce voces de «14 voces por un real»

EXTRACTOS DEL LIBRO 14 VOCES POR UN REAL
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(Obra literaria de Homero Adame)

  • La fotógrafa

Miércoles 3

Salimos bien temprano rumbo a Real de Catorce. La mayor parte del trayecto es largo, recto y tedioso. Dormité hasta San Luis. El resto del camino platicamos bastante. Paramos a cargar gasolina en Matehuala y comimos unas enchiladas potosinas. Muy buenas. Adelante de Cedral me llamó la atención el camino empedrado. Un autobús estaba descompuesto, con el eje roto de una llanta.

  • El peregrino

—Áaamonoos. Destino Real de Catorce. ¡Última parada en Cedral! –grita a todo pulmón el conductor del autobús que puntual cada año hace el mismo viaje repleto de peregrinos.

—Siempre igual. A este chofer lo conozco de hace muncho tiempo y grita igualito cuando nos lleva al Real de Catorce –dice un pasajero a su compañero de asiento–. Usté es nuevo, ¿vedá? Sí, me lo afiguraba. Yo tengo más de una docena de años de hacer este viaje y nunca lo he vido antes.

Van dos hombres sentados uno al lado del otro. El primero tiene como setenta años de edad, es bajito de estatura, de piel morena, curtida por el sol y cabello entrecano; viste ropa de mezclilla desgastada, con chamarra gruesa, sombrero y huaraches. El otro es un hombre de unos cuarenta y cinco años, moreno también, pero más alto; viste ropa moderna y de colores: chaqueta verde, camisa amarilla, pantalones azul marino y tenis.

  • El comerciante

Desde que tengo uso de razón he vivido en este medio. Mis padres eran vendedores ambulantes que instalaban su puesto en el lugar de ocasión: Días de Muertos, Chalma, San Juan de los Lagos, Plateros, la Villa de Guadalupe y en las ferias de los pueblos. Yo y mis hermanos crecimos entre cajas y productos; durmiendo casi a la intemperie. No, no fui a la escuela, con eso de que siempre andábamos de un lugar a otro, pos era difícil, ¿no?

La vida de vendedor es bien canija, pero es lo que sé hacer mejor. Yo fui el único que seguí con esto. Éramos nueve hermanos, pero sólo cinco llegamos a mayores. Dos hermanas se casaron, un hermano se fue pa’l otro lado y otro le ayuda a mi jefe ahí de repente, desde que mi madrecita faltó. Yo me independicé.

  • La hipiteka

Qué te diré… uh Real de Catorce… qué buena onda. Este lugar es mágico único místico está lleno de buenas vibras y gente va y gente viene cada quien metido en su rollo. Pero son pocos los que traen buena onda los que tiran buena vibra los que quieren descubrir el significado del universo y de la vida.

Te diré que yo nací en un pueblito de provincia pero crecí en el De Efe con eso que mi jefe agarró una buena chamba allá y se llevó a toda la familia. Así que terminé haciendo la secundaria y la prepa en un ambiente bien prendido pues los cuates traían su reve buena onda y me hice con ellos.

  • Los huicholes

Yo fui inspector escolar. Tengo más de veinte años de estar jubilado; cuando alcancé ese puesto fue la máxima satisfacción de mi vida profesional. Antes era maestro, primero rural y luego de la ciudad, pero poco a poco fui ascendiendo hasta llegar a ser lo que fui dentro del magisterio.

Nací en Valparaíso, Zacatecas. Mi padre se crió en la hacienda de mi abuelo Sebastián Mendoza, allá por los rumbos de Capistrano, y mi madre es oriunda de Real de Catorce. La Revolución los afectó muchísimo y todos vinieron a menos. Mi abuelo murió en las balaceras y así se perdió la hacienda. Fue entonces cuando mi abuela se mudó a Valparaíso. Por mi lado materno la cosa resultó parecida: mi abuelo Rufino tuvo su mina en Real de Catorce, pero con la debacle se fue a vivir a Zacatecas, abandonando todas sus tierras que para entonces ya no servían para nada. Mi madre creció en Zacatecas y allí conoció a mi padre. Se casaron y vivieron felices en Valparaíso, donde mis hermanos y yo cursamos la escuela. Hice la normal en Zacatecas, pero, como dije, mis primeros trabajos fueron en las áreas rurales del estado. Años después ingresé al sistema federal y me asignaron otros puestos, como ése de inspector, el cual me ofreció la satisfacción de conocer tantos lugares muy remotos fuera de mi estado que, en otras circunstancias, probablemente jamás hubiera visitado.

Cuando uno crece en Valparaíso se acostumbra a ver a los huicholes en sus peregrinaciones rumbo a los territorios de Catorce, en el Altiplano potosino.

  • Los gringos

Lentamente un coche viene subiendo el camino empedrado de La Luz a Real de Catorce. Es un auto gris, bajito, cuyo mofle roza las piedras grandes o altas. Al dar la vuelta en la última curva, un grupo de chamacos –improvisados y ocasionales vendedores– corren hacia ellos con bolsas en sus manos.

—Quiotes. Quiotes. Cómpreme unos quiotes –le dicen al conductor, quien sólo mueve su cabeza en sentido de negación.

—Tunas, señor. Tunas. Ándele, cómpreme unas. Están a cinco pesos la bolsita –grita otro niño, casi pegado al vidrio.

Los tripulantes del automóvil, una joven pareja de turistas norteamericanos, se miran entre sí conforme avanzan a paso más lento. Se aproximan a la entrada del túnel. Un hombre les hace la señal para que se detengan; están en Dolores Trompeta.

  • La corredora de bienes raíces

Si hay algo que detesto es Real de Catorce. Desde que mi esposo se empecinó en invertir en ese maldito villorrio, el negocio se nos fue a pique. Siempre me dio mala espina, pero Jaime nunca me hizo caso.

—No te apures, Cristina –me dijo un día–, es una excelente oportunidad. Ya verás el negociazo que vamos a hacer.

En 1975 empezamos juntos una compañía de bienes raíces y nos enfocamos en San Luis, porque de aquí somos los dos. Mi padre nos prestó el capital inicial y arrancamos con buenos augurios. Todo principio es difícil, sin embargo la bonanza del tiempo de López Portillo nos benefició sobremanera. Para finales de esa época, nuestra empresa ya era más que respetable. Comprábamos terrenos o casas en mal estado y las remodelábamos para luego venderlas con jugosos dividendos. Construimos nuestra propia residencia y seguimos creciendo. Fue cuando Jaime se obsesionó con Real de Catorce.

  • Los buscatesoros

—Órale, compadre, anímate. ¿Qué te cuesta? Quién quite y encontremos algo bueno.

—No’mbre, pa’ qué te haces ilusiones. Pa’ cuando tú vas yo ya vengo. Ya te lo he dicho: allí no hay nada.

—¿Cómo que no va haber, compadre? Fue un pueblo rico. Minas, casa de moneda, haciendas; plata de a montones… de la que sí valía.

  • La lugareña

Hay segmentos de la población cuyos horizontes no llegan más allá de los límites de su entorno porque nunca han salido de él. Los casos se pueden contar por millones, principalmente entre las mujeres quienes, por tradición cultural, suelen permanecer en un mismo lugar a lo largo de su existencia. Los hombres, por el contrario, son más trashumantes debido a que muchas veces se ven obligados a emigrar para poder ganarse el sustento y con ello mantener a sus familias.

Doña Glafira es una mujer de aproximadamente 85 años, obesa, de baja estatura y de piel morena, quien no conoce más que Real de Catorce; sólo algunas partes de Real de Catorce, para ser precisos.

—Aquí nací, aquí me crié y aquí me van enterrar porque ya estoy muy vieja y no tengo a dónde ir –dice ella con voz apagada.

  • El ánima

Muchos años ha esta ciudad viome llegar. Era una época de gran abundancia, cuando la riqueza subía como la espuma de un buen vino francés. Solo no llegué, no. Éramos tres amigos que asaz arrebatados por la fiebre de la plata, una mañana nuestros enseres empacamos y a buscar fortuna nos fuimos. Dicen que antes era más fácil hacerse rico que ahora, empero eso depende de un golpe de suerte. Y a nosotros nos cayó; a cada cual de diferente manera.

Mas no, yo ya no moro aquí. No recuerdo exactamente cuándo me largué como alma perseguida por Satán. Ah, lo bueno es que me fui. Épocas azarosas eran, cuando la opulencia con el derrumbe se desvaneció. Obstinado como pocos, quise quedarme, mas al momento en el cual ya ni los fantasmas mismos en camposanto rondaban, ni en las callejuelas empinadas para asomarse por las ventanas ya rotas, ni por las puertas resquebrajadas para a algún persignado asustar, entendí que mi tiempo había terminado.

  • El sacerdote

—Sí, hija, que te vaya bien, y mándame a ese chamaco tuyo. Ya va a estar listo para su primera comunión.

—No se apure, padre, yo lo mando mañana mismo. Muchas gracias por todo.

—No hay de qué. Todo va a salir bien, ya verás. La fe mueve montañas; no lo olvides.

Así despidió el sacerdote Valtierra, párroco de Real de Catorce, a la última persona que esperaba la confesión esa mañana. Al advertir que no había nadie más haciendo fila, se quitó la estola de dos caras –blanca y morada–, la colgó en el confesionario y se dirigió a la sacristía. A esa hora no hay gente en el templo, y es cuando él se puede tomar su tiempo libre.

  • El político

—Íralo, ai va Nivardo, quesque ya le dijeron qu’él va ser el alcalde.

—Muchacho engreído éste, igual que su apá.

—Y su güelo también.

—Oye, ¿tú crees qu’es el güeno?

—Pos sabe. Ya ves cómo se las gastan esas gentes.

—Pero ‘stá muy leido.

—Eso sí. No hay munchos jóvenes estudiaos aquí.

—Pero son de mala sangre. Se sienten muy anchos…

  • La historiadora

—Ándale, anímate, tú puedes hacerlo, ya tienes experiencia –me decían mis compañeros una tarde que estábamos, en un café, decidiendo qué íbamos a hacer con respecto a nuestra clase sobre la arquitectura en los pueblos mineros de México. Tengo licenciatura en arquitectura y ya estoy en la maestría.

Luego de mucho discutir, Laura eligió Zacatecas porque tiene familiares allá; Joaquín, Real del Monte; Martha, Chihuahua. Los puntos que restaban eran: Real de Catorce, Cañón de Bolaños, Mapimí-Ojuela y Concepción del Oro-Mazapil. Mis amigas sugerían que yo tomara el de Real de Catorce porque hace algún tiempo realicé un ensayo acerca de Cerro de San Pedro, y supuestamente el desarrollo de ese lugar fue similar al del otro en el Altiplano potosino. Aunque sus argumentos eran casi correctos, yo no me sentía muy segura que digamos, más que nada porque Real de Catorce no me trae buenos recuerdos: mi hermano mayor tuvo un accidente que lo dejó paralítico. Sucedió una vez, hace varios años, cuando él y sus cuates se fueron para allá con sus bicicletas de montaña. En el camino de bajada a la estación Catorce se cayó en una barranca y desde entonces su vida ha sido un terrible martirio. Me decidí por Bolaños.

  • El escritor

Real de Catorce… nombre de romántico sonido, paraje de fantásticas virtudes, pueblo de leyenda viviente; tierra de culto milenario donde se fusiona la inescrutable prehistoria, el pasado glorioso pero efímero y el presente de letargo, sin avizorar un futuro promisorio. Real de Catorce es hoy en día uno de los muchos núcleos de asentamiento minero que se hallan abandonados, desde las épocas de la Revolución, en estados como Chihuahua, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Querétaro, el mismo San Luis Potosí y Zacatecas, entre otros.

  • Libro de Homero Adame sobre Real de CatorceUn real

Localización geográfica: el municipio de Catorce se encuentra entre los 23° 24′ y 24° 03′ de latitud Norte, y a los 100° 27′ de longitud Oeste.

Sus colindancias son con Vanegas al Norte, Cedral al noreste, Villa La Paz al Este, Villa de Guadalupe al Sur, Charcas y Santo Domingo al suroeste, y el estado de Zacatecas al Oeste.

La cabecera municipal se ubica entre las coordenadas 23º 41′ de latitud Norte y 100º 53′ de longitud Oeste.


  • Si te interesa leer el libro completo, puedes conseguirlo a través de este blog, o bien, en algunas librerías de San Luis Potosí o en la Casa del Poeta «Ramón López Velarde, al teléfono (444) 814 0758, o también en Real de Catorce.

14 voces por un real – Libro sobre Real de Catorce, en San Luis Potosí

UN LUGAR-PERSONAJE VISTO POR LA POLIFONÍA DE CATORCE

Reseña escrita por: Dra. Pat Grounds


14 voces por un real, obra ganadora del premio «Manuel José Othón» 2004 en narrativa, es un libro polifónico compuesto por las voces de 14 personajes que nada tienen que ver entre sí, pero comparten con el lector sus experiencias, visiones o puntos de vista sobre Real de Catorce que, en todo caso, es el personaje central de esta obra.

Cada capítulo nos ofrece una voz distinta, como si en verdad hablara cada uno de los personajes, y está escrito de diferente manera y estilo, lo que le da al libro esa polifonía bien lograda por su autor, Homero Adame, quien nos demuestra que sabe escuchar a la gente y recrear sus formas de expresarse a través de la ficción, su primera obra publicada en este género.

Por ejemplo, 14 voces por un real abre con la voz de una fotógrafa, escrita a manera de diario, quien nos ofrece una perspectiva muy amplia de este mítico pueblo, pero a ojo de fotógrafo o a través de la lente. Y enseguida viene el relato, en estilo rural, del peregrino que suele hacer un viaje anual desde su lugar de origen para ser partícipe de las fiestas del 4 de octubre, dedicadas a San Francisco.

Y así, los siguientes capítulos nos brindan una perspectiva diferente, como el de la corredora de bienes raíces, quien afirma que Real de Catorce no es un buen lugar para invertir, aunque una pareja de gringos, muy a su manera, expone su encanto y asombro por este lugar y creen que sería un excelente centro turístico. Y también tenemos a los huicholes, quienes en realidad no visitan el pueblo pero sí los territorios de ese árido municipio durante sus peregrinaciones a Wirikúta, su tierra sagrada. Cabe mencionar que esta voz rompe con el esquema convencional abordado por antropólogos o sociólogos cuando describen sus estudios sobre esta etnia, ya que el autor la ha logrado de una manera literaria, utilizando diálogos y vocablos huicholes, demostrando de tal modo la investigación que hizo al respecto.

Asimismo, y en estilos coloquiales, hablan unos amigos acerca de la vida política; una lugareña nos explica cómo ha sido toda su vida en ese poblado; también disfrutamos las aventuras y desventuras de unos buscatesoros, o bien, un comerciante nos cuenta cómo se vive o se sobrevive en esa población, y enseguida habla la hipiteka, quien utiliza verborrea y lenguaje común entre gente como ella, para explicarnos sobre el comercio, pero desde otro punto de vista y para otro tipo de clientela.

En otro tono, más adelante leemos una interesante descripción narrada por un ánima en pena que utiliza lenguaje del siglo XVII o XVIII para explicar cómo fue la vida en el Real durante sus años de bonanza y grandeza. Después, el sacerdote nos ofrece una visión sobre la vida religiosa en el pueblo y, verdaderamente, las imágenes de sus rutinas son de letargo. (Vale añadir que éste es, quizá, el relato más débil en todo el libro, no por su extensión, más bien por su falta de sustancia. Tal vez el autor no conoce bien este medio o platicó con un sacerdote sin muchas ganas de hacerlo. Siento que en vez del sacerdote, aquí hubiera sido más interesante leer el relato de un narrador de historias, por ejemplo, que en sí es el fuerte de Homero Adame, pero seguramente quiso evitar lo muy conocido para él y mejor incursionar en otro tipo de narrativa más compleja.)

Antes de concluir, la historiadora nos entrega un compendio exhaustivo de la historia de Real, aunque a ella no le guste ese lugar por razones muy particulares. Y para cerrar los relatos, la voz del escritor, utilizando un lenguaje intelectual, nos da primero su punto de vista y luego hace un resumen que bien podría haber sido el prólogo del libro, lo cual le da un giro de tuerca muy sui generis a la obra.

Por último, 14 voces por un real nos entrega «Un real», breve capítulo dedicado a estadísticas geográficas, climatológicas, demográficas, etc., sobre un pueblo del Altiplano potosino que en las últimas décadas se ha convertido en un icono entre cierto segmento de la población mexicana por el misticismo que supuestamente encierra, aunque algunas de las 14 voces digan lo contrario.

14 voces por un real, según ha expresado Homero Adame en algunas entrevistas y en presentaciones del libro, es un juego de palabras. «Si tú me das un real, yo te doy 14 voces», pero como el real dejó de ser moneda de circulación a partir de 1854, es difícil conseguir uno para adquirir el libro. Sin embargo, ese real se convirtió en el último capítulo que sin ser una voz per se, da un cierre magistral a la obra.

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CLibro de Homero Adameontenido

  • La fotógrafa
  • El peregrino
  • El comerciante
  • La hipiteka
  • Los huicholes
  • Los gringos
  • La corredora de bienes raíces
  • Los buscatesoros
  • La lugareña
  • El ánima
  • El sacerdote
  • El político
  • La historiadora
  • El escritor
  • Un real

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14 voces por un real

Homero Adame

Secretaría de Cultura de San Luis Potosí / Verdehalago

México, 2007

Nota: Este libro se puede conseguir en algunas librerías de San Luis Potosí o directamente en la Casa López Velarde, teléfono: 444 814 0758. También en Real de Catorce.

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