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Leyendas de tesoros: en la hacienda de la Meza, Tamaulipas

Aquí hubo mucho dinero antes. Los señores eran los pelaos más ricos de toda la región, pero cuando el reparto de tierras todos se fueron. Antes no había bancos ni nada, así que la gente escondió su dinero cuando la Revolución. Lo enterraron por allí –cuenta Ramiro Estrada, en Hidalgo, Tamaulipas.

Estas tierras eran muy grandes, y todas del mismo dueño. Después del reparto ejidal vinieron los hijos del señor y se llevaron lo que pudieron de la hacienda. Pero namás cargaron con los muebles, retratos y vajillas que no se habían robado otras gentes. Por aquí pasaron con carretas llenas de cosas. Hasta el motor del molino se llevaron. Y todo a carreta de yunta, pues ni había caminos ni camiones. Aquí mero pasaba el camino real (leemos en esta leyenda publicada por Homero Adame).

Ya está viejo Juan Alvarado… A ese amigo sí le dijeron dónde estaba el tesoro, pero se rajó y no le entró. Nos platicaba que una vez andaba con sus chivitas cuando dio con una noria vieja, en un lugar que le llamamos “L’ubre de la vaca”. Allí mero se le apareció una luz y oyó que algo le decía que escarbara y sacara el dinero y que se iba hacer el hombre más rico de aquí. Y mire que no creyó nada. Se asomó a un pozo y vio algo como una oreja de perol, así de grande, como ese donde se está cociendo la miel [de caña]. Yo digo que le dio miedo pos sabemos que cuando a alguien le ofrecen un tesoro no es nomás de gratis. No, hay que pagar algo, y ha de ser con el alma de uno. Y a Juan le dio miedo, se rajó, se rajó.

Hace mucho, vino un señor y me preguntó si aquí había tesoros. Yo mismo lo llevé a “L’ubre de la vaca” que le digo, pero no hallamos nada y eso que el hombre ese traiba aparato. Por eso digo que ese tesoro sigue allí mismo, pero a nadie más se le ha revelado el lugar como se le reveló a Juan Alvarado. Cuando guste nomás tráigase un aparato y le damos una buscada. Quien quite y a nosotros con usté nos toque…

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Cuando se habla de tesoros enterrados, generalmente se mencionan luces y ruidos o voces misteriosas que se ven o se oyen en algún punto en particular. Esas menciones suelen ser en tercera persona, es decir, de alguien que cuenta que alguien más le contó haber tenido una experiencia así. De acuerdo con la creencia popular, cuando alguien escucha esas voces misteriosas o ve esas luces es porque a esa persona los espíritus le están ofreciendo el tesoro y le toca sacarlo.

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Nota: esta leyenda fue publicada en mi libro Mitos, cuentos y leyendas. Tradición oral de Nuevo León por Ediciones Castillo, en Monterrey, 1998.

Leyendas queretanas: Cuevas y tesoros

CUEVAS Y UN TESORO

(Leyenda de El Zamorano, municipio de Colón, Querétaro)

Aquí también se le conoce como «Pinal de Zamorano» –dice don Macedonio Pérez Hndz., gambusino de oficio. Existen varias cuevas; en una de ellas sacaban ópalo. Yo sé porque yo llevaba a unas personas de México y sacábamos puras rojuelitas de ópalo ya liquidado; ellos se llevaban hasta tres cargas de costales de ixtle. Eran tres amigos Ignacio, Raúl y Javier.

De aquel lado hay otra cueva que le llaman «Rincón de la Peña Blanca» y de este lado hay otra cuevota grande donde hay una mata de órgano y por eso le dicen la «Cueva del Órgano». Hay también un lugar muy misterioso que le decimos la «Peña de la Colmena». Había siete colmenas ahí –todavía están–. Había un señor de Colón que se llamaba Apolinar y cada año las venía a capar esas colmenas. Se llevaba harta miel y la cera la regalaba en la parroquia de la Virgen de Soriano, a la Santísima Virgen de los Dolores para que no le pasara nada, porque la Santísima Virgen le ayudaba y lo protegía y le daba más miel de aquellas colmenas. Se descolgaba el señor de arriba de la ceja de la peña con unos cables y su señora se quedaba abajo con un bote recibiendo la miel. Ahí en esa peña también hay una cueva muy grandota, pero no tiene dibujos de los que usted anda preguntando. (Relato en un blog de Homero Adame.)

Pero allá en el cerro El Mexicano hay una cueva que le dicen «El Meco» porque hay unos nopales grandes de esos mecos. Ahí una vez espantaron a estos tres amigos de México. Yo los había acompañado para traer ópalo, pero cuando nos dio la noche yo me tuve que ir a buscar unos animales y ellos se quedaron en esa cueva. Luego me contaron en la mañana que estaban por dormirse cuando de repente oyeron unos ruidos así como cuando pega el bastón en el piso y oyeron una voz que les decía que sacaran el tesoro. Entonces se asustaron mucho y como les dio miedo, mejor se fueron. Yo me los encontré en la mañana en un reliz, estaban enteleridos con harto frío, tenían frío porque la noche había sido fría y también por el miedo que todavía traían. Nos sacaron nada porque la voz les dijo: “Todo o nada”, y como era una voz muy fea así como del más allá, mejor se fueron y no sacaron nada de esa cueva del Meco. (Leyenda publicada por Homero Adame.)

Notas:

1. La foto de cuevas fue tomada del sitio Guía turística México. Que el enlace sirva de crédito y agradecimiento a su autor.

2. La foto del cerro El Mexicano fue tomada de la página de Internet Tripmondo. Que el enlace sirva como crédito y agradecimiento a sus creadores.

Mitos y leyendas mexicanas: Chucho “El Roto”

CHUCHO “EL ROTO”

Leyenda escuchada en Veracruz

 

Tengo entendido que a chucho-el-rotoChucho el Roto lo apresaron allá en Texcoco, cerca de la capital (Distrito Federal), y luego lo llevaron a una cárcel en Pachuca, pero de allá se les peló –siempre se pelaba– y cuando lo volvieron agarrar se lo trajeran acá a Veracruz y lo encarcelaron en la prisión de San Juan de Ulúa, que era la más gacha de aquel tiempo –explica el Sr. Matías Hernández–. Hasta hicieron una película en blanco y negro que a muchos nos tocó ver y más o menos ahí explicaban la vida y la muerte de Chucho el Roto, y así se hizo la leyenda.

Allá en San Juan de Ulúa, Veracruz - foto de Homero Adame (1)San Juan de Ulúa estuvo un tiempo y dicen que hubo un carcelero, Simón Palomo se llamaba él, que le ayudó a Chucho el Roto para que se escapara en una lancha, pero lo pescaron nomás llegando a la orilla, aquí en el puerto. Le tiraron balazos y quedó muy mal herido y no sé si esa misma noche o dos que tres días después se murió. Ya lo checaron y las autoridades dijeron que sí estaba muerto y lo metieron en una caja para mandar el cadáver a México en tren para que allá le hicieran la autopsia. El tren llegó a México –las autoridades de allá ya lo esperaban con mucho alboroto y mucha gente también– y cuando abrieron la caja no había nada. N’ombre, ese sí fue un gran alboroto y por más que investigaron nunca se supo qué pasó. Nunca se supo si Chucho el Roto se había hecho el muerto para escaparse o si alguien lo sacó muerto para que siguiera la leyenda, y la leyenda sigue porque de esto estamos hablando, ¿eh?

 

El nombre real de Chucho el Roto fue Jesús Arriaga, y también se le conocía como el «Bandido generoso». Nació en Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala, en 1858; otras versiones afirman que fue originario de Arriaga, Querétaro. Empezó su vida productiva como carpintero, pero por una injusticia por asuntos de amores fue encarcelado en la cárcel de Belem, en el Distrito Federal y luego trasladado a San Juan de Ulúa, de donde escapó una vez. Años más tarde, luego de haberse convertido en bandido, fue capturado de nuevo y encarcelado de nueva cuenta en San Juan de Ulúa.

Según la historia oficial, fue fusilado alrededor de 1910, casi al estallido de de la Revolución mexicana. Ahora bien, según la leyenda, no murió fusilado porque o logró escapar o el gobierno le dio el indulto o alguien robó su cadáver.

 

Nota: la foto del preso fue tomada del sitio de Internet chilango.com. Que el enlace sirva de agradecimiento a sus administradores.

Las ánimas de los emparedados en la presa de San José, SLP

Presa San José 1 - de Homero Adame

Bien podríamos dividir este relato contado por don Jesús Miranda, ex empleado del Seguro Social, en dos partes: la del tesoro y la de las ánimas. presa-de-san-jose-vistaComo ya lo leímos, la primera refiere un supuesto cargamento de oro que ahí enterraron, e incluye una escena común en las leyendas de tesoros: el dueño se encargó de asesinar a las personas que lo ayudaron para que así nadie más supiera dónde lo ocultó. Asimismo, en esta primera parte tenemos algo que es voz popular en San Luis Potosí: por un lado, en el fondo de la presa, junto a la cortina, supuestamente hay innumerables esqueletos de personas que fueron asesinadas en diversas épocas, y por otra, que por dicha razón, los gobiernos han evitado desazolvar la presa –algo así como un secreto bien guardado.

        La segunda parte tiene más tintes de leyenda. En diversos lugares del mundo se cuentan historias similares de ánimas que cuidan los muros de contención o cortinas de las presas y se dice que habrán de llorar cuando aquéllos estén a punto de reventarse. Sin embargo, esta versión, casi una conseja potosina, da un giro interesante: si las ánimas dejan de llorar, significa que vendrá una catástrofe.

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Se desconoce la fecha exacta de la llegada de los primeros españoles al actual territorio donde se asienta la capital potosina, pero se cree que haya sido hacia 1587 o 1588, cuando lo llamaron Puesto de San Luis. En 1592 se fundó San Luis Minas del Potosí y en 1658 recibió el título de ciudad, ya con el nombre actual. Muchos años más tarde, en 1824, se formó el estado libre y soberano de San Luis Potosí, teniendo a la ciudad como su capital.

        Hay por lo menos dos versiones de las fechas en que se construyó de la presa de San José. Una afirma que se empezó en 1894, el 19 de marzo (día de San José), y se llenó por primera vez en septiembre de 1903. La otra señala la fecha de inicio en 1863 y su conclusión, en 1907. La historia registra que en septiembre de 1933 se inundó el barrio de Santiago, al romperse una represa que contenía el agua que baja de la presa por el río Santiago. En 1955, el huracán Janet provocó el desbordamiento de la presa e inundó gran parte de la ciudad.

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“EspíritusMitos y leyendas de todo México - Libro de Homero Adame y tesoros en la presa de San José” es una leyenda macabra de la capital potosina que se publicó en el libro Mitos y leyendas de todo México, de Homero Adame por la Editorial Trillas. Posteriormente, el autor recreó esta misma leyenda que Graphstyle Editores publicó en el libro Misterios, leyendas de San Luis Potosí, en 2014. En octubre de 2015, el periódico Metropoli San Luis publicó una leyenda similar, con contenido adicional, tomando como punto de partida la segunda versión de Homero Adame.

Nota: la segunda fotografía de la presa de San José es de Isaac G. y fue tomada de la página de internet de Tripadvisor.

Mitos y leyendas guanajuatenses: Un tesoro en «Las Margaritas»

UN TESORO EN «LAS MARGARITAS»

Leyenda de San Bartolomé, Guanajuato

 

Ahí en «Las Margaritas» San Bartolomé, Gto - foto de Homero Adame (3)hay un tesoro que dejaron los gachupines. Dicen que son unas ánimas las que dan razón de dónde está el dinero enterrado –es harto dinero–. Dicen que se quejan las ánimas y que se ven las sombras que pasan porque hay gente que las han visto y que esas sombras señalan en dónde está enterrado ese tesoro; un tesoro muy grande. Yo entiendo que en la mera puerta de la iglesia está enterrado un cajón que mide metro y medio de largo por 80 cm. de alto y está lleno de puros centenarios que están acomodados muy bonito. Hay gente que le ha hecho la lucha pero luego les da miedo porque las ánimas los asustan. Eso me han platicado los que han ido allá a buscarlo.

Una vez unos muchachos que vieron las sombras de las ánimas se decidieron a escarbar y escarbar bien profundo y luego dijeron que sí abrieron el cajón; por eso sabemos de qué tamaño es y cómo están acomodados los centenarios. Entonces fue cuando ellos escucharon que las ánimas estaban alegue y alegue y que se les vino una tropelada de caballos, y entonces los pobres muchachos con el puro susto nomás corrieron y hasta dejaron los picos y las palas ahí tiradas.

Pero cómo son las cosas, San Bartolomé, Gto - foto de Homero Adame (1)porque a la mañana siguiente agarraron valor y fueron a buscar el tesoro, pues al fin y al cabo el pozo ya estaba abierto, y cómo se sorprendieron al darse cuenta que ya estaba tapado y ni siquiera se miraban las señales del escarbadero que hicieron la noche anterior. Yo les dije luego que lo que les falló fue que uno de ellos debería haber estado rezando y echando inciensos mientras que otro debería haber tenido un Cristo y agua bendita, mientras que los demás escarbaban. Pero lo curioso fue que encontraron otra vez tapado el pozo y ya mejor decidieron no volver a escarbar nunca.

Esas ánimas ofrecen el tesoro porque ellas andan buscando descanso. Entonces digo yo que el buscatesoros también tiene que prometerles algo, como por ejemplo dar un socorro a la iglesia o a los prójimos pobres; una donación con parte del dinero que saque. Y además debe hacer un funeral en el panteón, aunque sea con una caja vacía. Leyenda recopilada por Homero Adame.

San Bartolomé, Gto - foto de Homero Adame (2)

 

En memoria de don Cirilo Hernández (1907-2004), quien me contó esta leyenda

Mitos y leyendas potosinas: Isidrón

ISIDRÓN

Leyenda de Villa Hidalgo, SLP

Debió de haber sucedido en fecha posterior a 1615, fecha en que ocurrió el descubrimiento del mineral de San Pedro de Guadalcázar y más probablemente alrededor del año 1756, año en el que en ese lugar se estableció la Real Caja por el Marqués de Las Amarillas (1), cuando transitaban por territorio del actual municipio de Villa Hidalgo arrieros y diligencias con cargamentos de diversos productos que mercaban entre los colonos que habitaban los escasos asentamientos humanos de la región, volviendo a la ciudad con los productos de estas tierras un tanto inhóspitas pero a la vez muy ricas.

De especial valor eran los minerales que en forma semi concentrada o en algunos casos ya como producto metálico en barra o en moneda, eran también transportados hacia la ciudad de San Luis Potosí, por lo que no podía faltar el vival que encontrara más atractivo el asecho a los cargamentos que transitaban por los polvorientos caminos que la búsqueda de las vetas y su posterior extracción a pico y pala desde las entrañas de las prominentes sierras de Charcas, Catorce, Salinas, San Pedro y Guadalcázar. Desde esta última era paso obligado hacia la capital el valle actualmente conocido como de Villa Hidalgo o de Peotillos. Al aproximarse a los picachos y lomeríos en donde hoy día se encuentra Villa Hidalgo, la adrenalina de los que por allí transitaban fluía por todo el cuerpo, el corazón se aceleraba y el sudor de la frente era helado, los arrieros trataban de descubrir todo ruido, todo movimiento, todo objeto extraño que les pudiese avisar, no sé ni con qué fin, de algo que sería inevitable, una vez que se apersonara frente a ellos Isidrón y su gavilla de bandoleros.

Isidro Portocarrero, conocido como Isidrón por su corpulencia, con más de dos metros de estatura y poderosos músculos, era uno de esos rebeldes con espíritu de líderes y sin una causa, o quizá había hecho de él todas las causas que en este mundo incitan a la rebelión a quienes poseen ímpetus de guerreros y sentido de justicia y libertad, a quienes buscando la justicia misma son señalados como villanos por los supuestos ciudadanos honorables y no encuentran como seguidores más que a prófugos, a las “lacras” de la sociedad, a los que no reciben otra oportunidad de reivindicación. Isidrón confirmó así una vez más esta tesis, pasando de ser uno de esos ilusos nobles, al temido salteador de caminos, seguido por una horda de bandoleros que se apoderaban de todas las riquezas que podían cuando interceptaban cualquier cargamento. Su trayectoria fue tal vez efímera por esta vida, sus gritos y los de su gavilla se escucharon tal vez sólo por algunos años entre los montes de esta región, no así el eco de sus hazañas legendarias, que aún se sigue escuchando y más aún si tales hazañas han despertado la curiosidad y difícilmente no, también la codicia de los que ahora se preguntan, ¿qué pasó con las riquezas acumuladas durante ese tiempo?, Si a los bandoleros poco se les podía ver por las ciudades y no eran capaces de gastar esas riquezas y no hay noticias de que hayan sido recuperadas, ¿en dónde quedaron?

Cuentan que en tiempos más recientes, paseantes que caminan por las laderas del llamado Cerro Grande, el mayor de los picachos que rodean a la cabecera municipal de Villa Hidalgo, han descubierto entre los nopales de tapona que se extienden alcanzando poca altura, no mayor de un metro, una cueva cuya entrada está sellada por una pesada losa con una argolla, sin embargo, cuando deciden ir a buscar ayuda para remover la losa, regresan y encuentran la nopalera descrita, mas no así la mencionada losa. Otros han logrado correr un poco la losa y han logrado ver las riquezas que yacen bajo de la misma, en el interior de la cueva, sin embargo, es tal su miedo que deciden llamar a otros más para abrir por completo la cueva y penetrar en ella sin dar más con la misma a su retorno. ¿De qué encantamiento se trata?, ¿será el valor que flaquea siempre en los momentos decisivos, cuando las cosas están a nuestro alcance y no las tomamos por miedo?, ¿será la codicia la que nos hace ver sólo por momentos cosas que no existen? Miedo y codicia, dos debilidades del ser humano que frecuentemente nos mal aconsejan.

*Montejano y Aguiñaga, R., 1994. La Minería en San Luis Potosí. Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, 61 p.

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Esta leyenda fue publicada en el libro Picachos, Villa Hidalgo, S.L.P. Monografía y recuerdos, de José Rafael Barboza Gudiño. Universidad Autónoma de San Luis Potosí. SLP. 2011.

Se ha publicado en este blog con autorización del autor.

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Si andas buscando más leyendas de San Luis Potosí sigue este enlace:

Mitos y leyendas de Oaxaca: El origen del nombre de Puerto Escondido y un gran tesoro

EL ORIGEN DEL NOMBRE DEL PUERTO Y UN GRAN TESORO

Leyenda de Puerto Escondido, Oaxaca

Pos cómo le diré… aquí parece que hay dos versiones de por qué’l puerto se llama así. Déjeme contarle pa’ que ya sepa algo de nuestro pueblo –muy bonito nuestro pueblo, ¿eh?– Son dos las razones pa’ que Puerto Escondido se llame así, las dos son cosas de la historia. Aquí le va la primera: resulta que hace muchos años, cuando los españoles ya tenían mucho comercio con sus naves por toda la costa desde Manzanillo y Acapulco hasta Perú, los piratas que asaltaban los galeones tenían que huir y ocultarse en alguna parte cuando la marina española les daba persecución. Como siempre llevaban ventaja, entonces se metían aquí porque era una zona muy escondida. Y así fue como se le fue pegando el nombre que sigue y ya se quedó. Lo curioso es que luego decían que era un barco pirata fantasma, pero la verdad es que se ocultaban por aquí. Leyenda publicada en el libro Mitos y leyendas de todo México.

Y aquí le va la otra versión, que como verá está relacionada con los mismos piratas. Según la cosa, que una vez un pirata inglés consiguió asaltar el galeón que venía de China y se quedó con un tesoro muy grande. Los de la marina española le dieron persecución y parece que lo atraparon allá por el Istmo, pero ya no llevaba el tesoro que se había robado. Se llevaron al pirata y sus gentes y los torturaron bien gacho para que dijeran dónde habían escondido ese tesoro y cuando estaba a punto de morirse uno de los piratas dijo: “Allá en el puerto escondido, allá en el puerto escondido.” Como se murió ese pirata, los españoles pos no supieron dónde quedaba ese puerto escondido. Y así quedó la cosa, y así ya es una historia de que nadie ha dado con ese tesoro, y eso que lo han buscado bastante. Pos sí, lo enterraron por este rumbo, o lo metieron en alguna cueva, ¿y luego? ¿Pa’ saber cuál o dónde? Leyenda subida por Homero Adame.

Esta leyenda me la contó Francisco Ortega, cuyo oficio es de lanchero, en Puerto Escondido, Oaxaca.

Nota: una versión más completa de esta leyenda fue publicada por Editorial Trillas en el libro que se puede adquirir a través de este enlace directo: Mitos y leyendas de todo México.

También puedes escuchar la leyenda narrada en este enlace: El origen del nombre del puerto y un gran tesoro.

Mitos y leyendas de San Luis Potosí: Un enorme tesoro cerca de Cerritos

UN ENORME TESORO CERCA DE CERRITOS

 LEYENDA DE CERRITOS, SLP

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Pese a que esta leyenda proviene de un contexto geográfico aparentemente afuera del Altiplano, como es el municipio de Cerritos, en la Zona Media potosina, fue incluida en el libro Mitos y leyendas del Altiplano potosino por cuatro razones fundamentales: primero, porque trata de una historia anecdótica reciente muy conocida en la región, principalmente en los municipios del centro-oriente, es decir, Villa Hidalgo, Guadalcázar y Villa de Arista. Segundo, porque, como se mencionó en la introducción, con el fin de evitar las repeticiones y redundancias que surgen durante una conversación (discurso verbal), se consideró necesario hacer una edición de todos los relatos aquí incluidos; éste fue el elegido para ofrecerlo tanto en su versión original como en la editada, y es el único que rompe el seguimiento alfabético del libro. Tercero, porque los contextos geopolíticos son meramente en teoría y en papel, es decir, en este caso no hay una línea divisoria entre Altiplano y Zona Media, por ejemplo; además de que las leyendas no conocen límites territoriales. Explicación de Homero Adame.

Como cuarto punto, y el más importante para los objetivos del presente trabajo, tenemos que con esta historia, al parecer real, es posible demostrar que una anécdota conlleva a una leyenda o, incluso, a un mito. Fueron varias las versiones escuchadas, la mayoría vaga y confusa, y no dudamos que conforme transcurra el tiempo existirán innumerables variantes a la misma.

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Ah, sí, bueno, sí, miren que por aquí hace poco se oyó el rumor de qu’en la nueva carretera que andan haciendo a Rioverde, este… aquí arriba en el lado de Cerritos –¿ya la conocen?–, ahí donde andan con muchas máquinas… Esa mera… bueno, de ahí mero vino el rumor porque a nosotros también nos llegó acá. No estamos muy retirados, está aquí cerquitas. ¿Qué serán?, unos 10 kilómetros a lo mucho, no… no… menos de 10 kilómetros. Caja Fuerte en el Museo del Ferrocarril de San Luis PotosíBueno, se oyó el rumor de qu’en esa nueva carretera sacaron un tesoro muy grande, un tesoro muy, muy grande. Según platicaron, este… según platicaron andaban unos maquinistas sacando el trazo de la carretera y toparon con una piedra maciza, una piedra maciza ellos pensaron, y uno de ellos –uno de los maquinistas, ¿verdad?– se apeó y se fijó a ver por qué la cuchilla estaba trabada, es que se trabó la cuchilla, según platicaron, y yo creo qu’es cosa común pa’ ellos toparse con piedras macizas cuando le llegan al tepetate, ¿eh? No, este… no, pues era com’un cajonsote de metal muy grande y macizo. Ahí parece qu’ellos y otros compañeros abrieron el cajonsote ése, este… luego… y este… rompieron el candado con una barra, con una barra ha de haber sido, creo yo (uno s’imagina qu’estaba cerrada con un candado de los antiguos, d’esos todos oxidados que ya ni llave existe par’abrirlos, ¿eh?), y adentro, este… según platicaron qu’estaba lleno de barras de oro muy brillantes, ansina muy brillantes esas barras de oro, según platicaron. Este… y luego… pues así estuvo la cosa, según platicaron que como ellos no supieron qué hacer con eso, le fueron a llamar a uno de los ingenieros –porque ahí andan muchos ingenieros, ustedes han de saber– y luego, luego se corrió la voz y… y que se arremolinó la gente a ver el tesoro que había aparecido; muy grande el tesoro ése adentro del cajonsote que les digo. Se han de haber arremolinado porque la curiosidad le gana a uno, ¿verdad? Y más cuando salen cosas d’esas, de tesoros o de cosas que son curiosas. Recopilación por Homero Adame.

Pues no supe cómo estuvo la cosa, pero… este… luego le avisaron a las autoridades allá en San Luis y se dejaron venir que los soldados en muchas camionetas y también que parece que rumbó un helicóptero, según platicaron. Pa’ qué les voy a echar mentiras, aunque ese trazo de la carretera está aquí cerquitas, y… y hasta luego s’escuchan los ruidos de las máquinas desde allá, aquí nadie escuchó el helicóptero rumbar, no, no…, nomás se oyó el rumor de lo que les estoy platicando; del tesoro grande qu’encontraron, ¿eh? Bueno, ya las autoridades dieron fe del tesoro y que lo cargaron en las camionetas y que se lo llevaron a San Luis y este… según platicaron que… sí… este…, se lo llevaron a San Luis y a estos trabajadores maquinistas, y… y tampoco a los ingenieros, no les tocó nada. Pero, ah, y este… según platicaron que… ¿cómo estuvo la cosa? que… ah, sí…, pero lo curioso es que uno de los otros ingenieros que se habían arremolinado ahí pa’ ver el tesoro, pues que ya no volvieron a saber d’él, que nadie lo volvió a ver ni que volvieron a saber d’él. Parece que se fue a quién sabe a qué parte, según platicaron porqu’ese fu’el rumor. Se habrá llevado algo porqu’él fu’el único que no fue tonto. Sí… se ha de haber llevado algo, creo yo.

Bueno, así estuvo la cosa, y… este… y lo más curioso d’este caso fue qu’en ese lugar donde apareció ese cajonsote, sí… este… que nunca se había oído platicar de aparecidos o lumbres que salieran en la noche. ¿Si saben ustedes d’esas cosas cuando hay tesoros?…Ándenles, esos son los rumores, que de aparecidos y que de lumbres y que de ruidos cuando hay tesoros enterrados. Bueno, eso es lo que siempre se platica que han oído las gentes que les ha tocado andar cercas de dond’está una relación. Bueno, este… y… y son así las pláticas, son rumores, y pues… esto se los digo porque siempre que hay un tesoro, este… será enterrado, o metido en una cueva, o en una noria, o qué sé yo, dice la gente que se rumoran cosas, que se ven lumbres, que salen aparecidos o también que se oyen tropeladas. Pero… sí… pero éste a lo mejor no estaba encantado y… y… bueno… por eso nomás apareció por suerte de que andaban sacando el trazo de la carretera; eso fue lo que platicaron, ¿verdad? Sí, sí, esto fue hace poco, hace como unos cinco o seis meses antes de qu’empezara este año (2000).

Libro de Homero Adame.

Esta historia fue narrada por el Sr. Pedro Méndez, en Silos, municipio de Villa Hidalgo, SLP, y salió publicada en el libro Mitos y leyendas del Altiplano potosino. Editorial Ponciano Arriaga. San Luis Potosí. 2004. (Título seleccionado para el Programa Libros del Rincón para las Bibliotecas de Aula y Escolares 2007-2008, en la colección “Espejo de Urania”.)

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Mitos y leyendas neoleonesas: La cueva de Agapito Treviño

LEYENDA DE UNA CUEVA DE AGAPITO TREVIÑO, «CABALLO BLANCO»

Leyenda escuchada en Villa de Santiago, N.L.

Uno de los legendarios personajes en todo Nuevo León, y acaso el más mítico, fue Agapito Treviño «Caballo blanco», una especie de Robin Hood a la norestense. En varios municipios del estado se cuentan historias de sus aventuras, de sus andanzas, de sus fugas. Particularmente, en Villa de Santiago, donde existe la entrada más impresionante a cualquier cueva que me haya tocado conocer, las leyendas en torno a este hombre tienen muchas versiones. Una de ellas es esta que narró don Santiago Alanís Leal.

Aquí la gente afirma que la cueva que se encuentra atrás de la cortina de la presa de La Boca no fue una de las tantas guaridas de Agapito Treviño “Caballo blanco”. A esa cueva la conocen como «la gruta» y dicen que no es una cueva natural, sino que la abrieron como mina de guano. Hace muchos años los dueños de esa compañía incluso subieron una yipa que traían trabajando adentro para sacar las cargas de guano. Es una cueva con muchas ramificaciones y ahora ya está cercada porque antes había mucha gente que se subía y al andar explorando terminaban accidentados; incluso se habla de personas que nunca fueron encontradas porque dicen que se cayeron en algún sótano.

Además, hay pláticas de que tiene una salida cerca de Allende, por los rumbos de Atongo de Abajo. Cuentan que hace muchos años había exploradores que se metían a esa cueva a buscar alguno de los tesoros de Agapito Treviño y entraban con lámparas de carburo. Caminaban entre los socavones buscando el tesoro y para cuando acordaban ya estaban en la salida allá por los rumbos de Allende.

Aquí le va un ejemplo diferente: una vez unos amigos andaban escarbando adentro para sacar un tesoro y se encontraron una muela muy grande –no se sabe si de gigante o de algún animal prehistórico. Cargaron con ella y por mucho tiempo la dejaron rumbada en el solar de una de sus casas hasta que un día se les ocurrió romperla a pedradas porque alguien les aseguró que era puro marfil que valía mucho dinero; la rompieron y fueron a Monterrey a vender el material y nadie se los compró. Para no tener que cargarlo de regreso, mejor lo tiraron en un basurero. Leyenda de Homero Adame.

Pero eso no es todo, pues aparte de las leyendas esa cueva es sagrada y forma parte de las tradiciones locales: la gente la venera ritualmente, sin que nadie sepa desde cuándo. En la fecha de la fiesta patronal de san Santiago se organiza una procesión desde la parroquia y los feligreses se van caminando por toda la orilla la presa, con el padre al frente, y allá oficia una misa. También cargan con la imagen de san Santiago, van los matachines, los músicos y la gente con velas.

Quién sabe, pero la Gruta tiene muchas historias, y yo sí creo que Agapito Treviño la usaba para esconderse, pero no sé si ahí dejó tesoros enterrados. Leyenda escrita por Homero Adame y encontrada en su blog: https://adameleyendas.wordpress.com/2010/10/22/mitos-y-leyendas-neoleonesas-la-cueva-de-agapito-trevino/

Nota: El dibujo es obra de Jennifer Hennen.

Puedes leer otra leyenda de Agapito Treviño en este enlace:

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