LEYENDA DEL ESPÍRITU DE LA ANACAHUITA
Leyenda escuchada en Mina, N.L.
Pues mire que cuentan que hay espíritus muy milagrosos, así como también hay otros chocarreros que nomás andan haciendo maldades, ¿vedá? Pero, mire, yo sé bien de un espíritu protector porque me ha tocado vivirlo. Es l’ánima de l’anacahuita. Usté la conoce bien, ¿vedá? Ese arbolito que crece por todas partes.
Pos resulta que hace ya munchos años venía yo a caballo y estaba lloviendo bien fuerte, con rayos y truenos. Creo que el caballo se espantó con un trueno porque nomás pegó un relincho y que me tumba. ¡Bolas, que doy el costalazo! Me levanté para perseguir al caballo, pero el muy méndigo se fue a todo galope; mire que me dejó abandonado. Y pos ni modo, a caminar se ha dicho, y entre puro lodazal. (Leyenda de Homero Adame.)
Pero mire, como a los veinte pasos, me di cuenta que me dolía la pata. Me arremangué el pantalón y traiba una bolota aquí mero en el tobillo, estaba sangre y sangre. Y llueve y llueve también. Me senté en una piedra y me tantié bien la pata. ¿Creerá que la traiba quebrada? El dolor era poco, pero ah cómo me asusté de verla suelta, suelta.
¿Qué hacer? No podía andar, estaba el aguacerazo muy bravo, ya era de tarde y hasta hacía friíto. No’mbe, pensé: «Ora sí te fregates, si t’encuentran mañana o pasado, va ser todo tieso». Pero uno tiene ánimo de vivir y pos ai como pude caminé echando brinquitos hasta refugiarme debajo de un’anacahuita. Me recosté sobre el tronco y no me va creer, pero ya ni me mojé siquiera.
Yo sabía que l’anacahuita tiene un ánima buena que ayuda al desprotegido. Es que eso cuentan por aquí, ¿vedá?, pero en ese momento no pensé en eso. Yo nomás quería que pasara la tormenta y a ver quién pasaba pa’ que me diera auxilio.
Mire, pa’ no hacerle tan largo el cuento, me quedé bien dormido de a tiro, y me desperté nomás rayando el sol. Traiba un hambre de la fegada, pero como no tenía qué comer, pos me comí unas bolitas de anacahuita, que saben feas, pero ese día hasta me supieron hasta dulces las condenadas. Oiga, pos verá que el pie ya lo traiba bueno; sin hinchazón, ni bola, ni sange, ni nada. Ni siquiera me dolía. El pantalón estaba todo sangrado, eso sí. Y bueno, me fui caminando hasta que llegué al rancho; me fui bien campante, no me dolió la pata para nada, como si nada me hubiera pasado. Cosas raras, ¿no? En llegando al rancho le platiqué a mis gentes lo que pasó. Mi abuelo todavía estaba vivo, y él me confirmó que la anacahuita es muy buena con la gente. Él dijo esa vez, y muchas veces más contaba cosas d’esas, que l’anacahuita tiene un ánima que ayuda a la gente y mire que a mí me ayudó esa vez de la tormenta. Por eso yo sí creo en esas cosas. Leyenda de Homero Adame tomada de su blog: https://adameleyendas.wordpress.com/2010/10/15/mitos-y-leyendas-de-arboles-el-espiritu-de-la-anacahuita/
Nota: esta historia la escuché en el municipio de Mina, N. L., pero por su contenido no podemos decir que se trate de una leyenda exclusiva de esos lugares, ya que la anacahuita es un arbusto muy común en el Noreste de México.
– – – – – –
A continuación agrego una ficha técnica de esta planta, tal como apareció en el libro Norteñismos norestenses – diccionario sobre el habla y otros referentes del Noreste de México:
Anacahuita. f. Bot. (Cordia boissieri) Arbusto de la familia de las Borragináceas que llega a medir hasta cinco metros de altura. Su tallo es leñoso, de corteza gruesa y gris; hojas ovales, ásperas y verdes por el anverso, tomentosas y grisáceas por el reverso; las flores son de color blanco; la frutilla es muy jugosa. ║ Folc. En medicina tradicional se usa el tronco, las flores y el fruto contra problemas respiratorios. ~ Nota: la flor de este arbusto es la representativa del estado de Nuevo León. Sin.: anacagüita, anacahuite, anacagua, anacahua, nacahuita, nacagüita, nacagüite, nacagua, vara blanca.
Puedes encontrar más leyendas indígenas en este enlace:
Para entender mejor sobre la diferencia entre los mitos y las leyendas, sigan este enlace:
Deja una respuesta